domingo, 4 de abril de 2010

Viaje en tren

Como un tren a gran velocidad, que no se detiene, que recorre parajes soleados y desérticos, llenos de luz y colores cálidos, polvo en vez de tierra, matorrales en vez de árboles, ese color rojizo de un desierto cualquiera.
El tren avanza, ahora recorre la nieve que le deja paso, pero que no deja entrever la vegetación que allí hay, oculta bajo un manto blanco que proyecta la luz del sol. Se entreven rocas, paisajes montañosos y senderos muchas veces explorados, pero nuevos para otros muchos.

El vapor continúa saliendo del tren, las máquinas siguen funcionando, y puedes observar un mar que parece acaba en el cielo azul de tantas tardes de verano, un mar en calma, con algunas olas que a lo lejos hacen las veces de pequeños seres revoltosos que hacen saber su presencia.

Gaviotas que se oyen a lo lejos, los pescadores en el puerto, la marea sube, se inclina hacia el tren, pero no consigue tocarle, ni pararle, y el tren sigue su curso.
De pronto, el tren avanza como tirado por cordeles, para más tarde querer parar en ese paisaje, aquel que ahora mismo te viene a la mente, y que tanto te gustó.

Allí donde parece que cielo y mar desaparecen...